La producción desmedida de emisiones y residuos, la construcción incontrolada, la sobreexplotación de los recursos o la pérdida de biodiversidad son síntomas de una sociedad en crisis. La solución a los retos ambientales como el cambio climático, que han sido planteados por el modelo de producción y consumo actual, exige un cuestionamiento de los patrones heredados, y un cambio de actitud a nivel individual y colectivo.

El consumo responsable es una de las medidas que todos los ciudadanos y ciudadanas podemos poner en práctica, contribuyendo así a garantizar las mínimas condiciones para el desarrollo actual y futuro de todos los habitantes de la Tierra; reduciendo las desigualdades y frenando el deterioro ambiental.

Los conceptos sobre los que se basa el consumo responsable son sostenibilidad, ética, solidaridad, justicia, reflexión y crítica. Esto supone adoptar una actitud reflexiva frente a la publicidad, las modas o la compra compulsiva. ¿Sabías que según el Informe Europeo sobre Adicción al Consumo, el 15% de la población es adicta al consumo y un 46% de la juventud compran en exceso?

Otros datos para la reflexión son que un niño/a que nace en un país industrializado como España gastará recursos y contaminará lo correspondiente a 30-50 niños/as de un país pobre; y que gran parte de las últimas guerras están relacionadas con los recursos energéticos y el agua, y en el futuro se agravará esta situación.

Por lo tanto, el consumo responsable se convierte en una de las principales vías para atajar las secuelas negativas del actual sistema, pues se vincula a toda la cadena de producción, uso y eliminación de bienes y servicios; pudiendo erigirse como norma del “juego limpio”.

Además, al ser el comercio parte de nuestra vida diaria, es un ámbito en el que podemos participar continua y activamente. Nuestro papel como consumidores/as es esencial para forzar a las instituciones a implantar medidas eficaces y decisivas a favor de un consumo sostenible y respetuoso tanto con los recursos como con las personas implicadas directa o indirectamente en la cadena de producción.

Pero el consumo responsable también se refiere al uso de la energía y el agua en nuestros hogares, por lo que implica el ahorro de estos recursos mediante el control de la calefacción (que no debe sobrepasar los 21 grados centígrados), usando bombillas de bajo consumo, aislando correctamente la vivienda, dándonos una ducha corta, usando los electrodomésticos como lavadora o lavavajillas a carga completa…).

Y en cuanto a los residuos que generamos diariamente, y que están relacionados directamente con la contaminación de suelos y agua, podemos aplicar la ley de las tres “r”: reducción, reutilización y reciclaje.

Para facilitar el reciclaje y el compostaje de la materia orgánica, debemos separar correctamente la basura en casa y depositarla en los contenedores adecuados y puntos limpios. En España, la materia orgánica constituye casi el 50% de la basura doméstica. Sin embargo, se recupera menos del 5%, acabando el resto en vertederos o incineradoras. Otra opción inteligente que podemos poner en práctica es aprovechar nosotros mismos en casa la materia orgánica que generamos, y producir compost, que a su vez nos servirá de abono natural para nuestro jardín.

Más información:

Desde las Familias por un Consumo Responsable. Piensa y Actúa. Campaña de sensibilización ambiental puesta en marcha por la Unión de Asociaciones Familiares con la subvención del Ministerio de Medio Ambiente.

www.unaf.org

Autor: UNAF (Unión de Asociaciones Familiares)